jueves, 10 de septiembre de 2009

"Algo tendrás que pagarle..."


(Viene del post del 31 de agosto de 2009, leer ese antes).

Esas cuatro palabras recorrieron mi espinazo con la fuerza de un poderoso escalofrío. El Conde de Mirabeau, desde su asiento en el infierno, me pedía que le “pagara” por sus declaraciones, las con valor predictivo, se entiende, la cosa es ser la competencia del CEP. Estaba así, entre mi vocación de periodista (todo sea por informar al público) y el MIEDO. Porque, ¿en qué moneda cobra un alma que vegeta en las tinieblas? Sin duda, las doce cuotas precio contado prometidas por mi fiel tarjeta de crédito quedaban fuera de toda posibilidad. He aquí como siguió la negociación entre este pobre e iluso servidor y una de las mentes más afiladas de la Revolución Francesa, ¡qué miseria!

-Pero, seamos precisos, ¿cómo podría pagarle un pobre mortal al gran Mirabeau? Además, no creo posible una transferencia de fondos al averno.
-Seamos serios, no se trata de un pago en metálico, eso es lo que sobra aquí. Debes imaginar el infierno como una gran bóveda en la que se guarda lo que Nuestro Señor Jesucristo llamaba “las riquezas de este mundo”. Como comprenderás, en las bóvedas hace frío y lo que escasea es la compañía, todos estamos muy aislados, somos menesterosos de lo que en tu mundo llaman “calor humano”.
-No me estarás pidiendo que cuando muera vaya a acompañarte. Tú sabes, pese a todo, me reconozco hijo del catolicismo y tengo la íntima aspiración de salvar mi alma…Es que la educación jesuita es muy fuerte… Te seré sincero, pese a la admiración que tengo por ti y tus condenados compañeros filósofos, prefiero vivir en el sopor algo estúpido del Cielo, a arder en la lucidez del infierno. Además, qué dirían mis parientes si saben que estoy por allá, recuerda… soy sobrino en algún grado de Raúl. No, no me embromes, hazme un precio, considera la publicidad gratuita que te he hecho en mi blog…
-Basta de regateos que son propios de gentes del Mediterráneo oriental, date cuenta que estás hablando con un Conde. Además, no te pedía que me entregaras tu alma completa, no me interesa, no te tengas en tan alta estima. Sólo te pedía que sacrificaras una de tus almas para hacer más llevaderas las tardes de este pobre penitente. ¿Es tanto pedir? ¡Ponte una mano en el corazón!
-Pero no empieces con los chantajes emocionales… ¿a qué te refieres con eso de sacrificar “una de mis almas”? Explícate.
-No me vengas con cosas, lo sabes perfectamente. ¿O para ti eso de Pessoa y su confederación de almas es un mero juego literario?... Joven, cuando la literatura alcanza la belleza, también alcanza la verdad, eso lo debe saber, perdóneme el tono adusto pero la solemnidad es un asunto ineludible si se quiere pensar desde la nobleza.
-No levantes la voz, todos duermen… ya, tranquilo, te entiendo.
-Perdona es que me acordé de la ocasión en que increpé al calenturiento de Robespierre en plena Asamblea, le dije: “¡Joven, la exaltación de los principios no es lo sublime de los principios!”, entonces se hizo un silencio, todos me miraron y Robespierre quedó en evidencia: no era más que un termocéfalo incapaz de remontar la ola de la Historia… Un verdugo que aprovechó el desorden para darle algo de glamour a su repelente oficio.
-Está bien, voy comprendiendo, es decir, todo eso de los heterónimos no es una metáfora del portugués.
-En absoluto, de hecho y con modestia, la idea se me ocurrió a mí primero… Pero, claro, tuve menos tiempo que Fernando para escribirla, entenderás que entre las mujeres, los negocios algo alambicados, las comilonas, la cárcel y los prestamistas, poco tiempo me quedaba para tirar unas ideas en el papel. Pessoa tenía la vida más ordenada, sin duda. Pero puedes preguntarle a quien quieras, en los primeros encuentros de los Iluminati en París (yo los llevé a Francia, entiéndeme) expuse la tesis de la confederación de almas, nadie me tomó demasiado en cuenta, porque estaban muy ocupados con el delirio de conspirar contra la iglesia de Roma. Hoy veo que todo eso fue un error… Como buena bastarda del Imperio, a la iglesia se le debe respeto, al final, todos somos ciudadanos romanos. Creo que esto hasta lo pusiste en tu blog, yo te lo soplé, descuida, no pido un copyright demasiado oneroso.
-Ahora entiendo las voces que a veces escucho. Pero dime, ¿tienes preferencia por alguna de mis almas?
-Te puedes quedar con todas tus almas jesuíticas, de misa dominical, de un techo para Chile y todo eso. Sólo quiero tu alma silbadora, esa que tararea a Aznavour: “Si de odio voy borracho, porque un santo yo no soy, nunca un santo”, ¿entiendes? Los días felices del magnífico Armenio, de ese retoño de Noé, de ese sobreviviente del “diluvio turco”. Lo último es sólo para halagarte, no creas que lo pienso de verdad.
-Ah, gracias por la sinceridad… Pero te puedes guardar tus comentarios hacia mis atavismos católicos. Pero lo que me interesa es otra cosa: hablando en jerga médica, ¿qué efectos secundarios podría sentir en caso de condenar a una de mis almas para pagar tus servicios? Ten en cuenta que ya cumplí 40 años, no estoy para experimentos.
-No tienes vuelta, eres un hipocondríaco de cuidado. En fin, tendré paciencia... En un 98 por ciento de los casos, lo único que se siente es una vaga nostalgia por un miembro que se perdió, pero que no se necesita. Es como el cosquilleo del amputado. En el cielo, tendrás, a lo sumo, cierto déjà vu, algo así como un desasosiego, para seguir con la terminología de nuestro amado Pessoa.
-De acuerdo, es tolerable, sobre todo si estás ante la beatífica presencia del Altísimo, pero cuéntame, ¿qué pasa en el dos por ciento de los casos que se salen de la norma?
-Tan filisteo y medidor de riesgos que eres, tan lector de la letra chica. Bien, en el dos por ciento restante se produce una enfermedad crónica que te acompañaría por toda la eternidad. Se caracteriza por una disfunción estructural en tu confederación de almas que te dificultaría, severamente, las funciones espirituales básicas…
-A ver, explícate mejor… Pareces el matasanos del Enfermo Imaginario.
-No es para tanto, en la práctica, mientras todos están en éxtasis adorando a Dios, tú estarías con náuseas, vómitos y otros síntomas impresentables (sí, meteorismo también), lo que haría que te confinen en el área de servicios del paraíso, nada muy terrible, piensa que ya estarás salvado. Ahí podrías contemplar la Verdad, el Bien y la Belleza desde una escotilla de ventilación… cosa nada despreciable, por cierto, si consideras que yo conozco todo eso apenas por los escritos del cascarrabias de Platón.
-Sí, de acuerdo, asumo el riesgo, te pagaré lo que me pides… Ahora, empieza con lo tuyo y dime qué pasará con cada uno de nuestros candidatos presidenciales en diciembre próximo…

Continuará...

2 comentarios:

  1. Espero próximo contacto del medium, para saber que pasará en diciembre...

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  2. espero no decepcionar, tuve problemas con Mirabeau... costó sonsacarle información, demasiado ladino para este modesto cronista

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