miércoles, 29 de abril de 2009

Wall Street vs. Main Street



En esta crisis todos hemos caído en una tentación: separar Wall Street (el mundo de los financistas avaros e insensibles) del Main Street (es decir, nosotros, los sujetos que sudan en el mundo real). ¿Tiene sentido esta dicotomía? Psicológicamente sí, pues proporciona un bienestar "ético" a quien la formula, pero en términos objetivos carece de todo sentido situarnos en la vereda de la inocencia a contemplar la presente crisis. Y esto, está casi demás decirlo, porque esos fríos financistas y Wall Street completo no son más que la natural proyección de nuestra sociedad. La complejidad económica en la que vivimos inmersos hace imposible vivir sin algo parecido a Wall Street o que, al menos, cumpla su misma función. Sin los bancos de inversión, los corredores de bolsa, los derivados, bonos y todas esas depravaciones que hacen delirar de odio a Hugo Chávez, nuestra vida económica sería imposible.
La dura realidad es que hoy no hacemos nada por nosotros mismos: no instruimos a nuestros hijos, no cultivamos lo que comemos, no construimos la casa en que dormimos, no caminamos los trayectos que necesitamos recorrer, no nos auto sanamos y un largo, infinito, etc. Todas estas actividades las compramos o contratamos su debida prestación mediante dinero. Es decir, sin liquidez no vivimos. Cuando no la tenemos, nos endeudamos y, para viabilizar la deuda, es necesario tener un mercado de capitales... Mayor obviedad imposible. Los mercados de capitales, está claro, están sujetos a las contingencias que amenazan a todos los sistemas complejos, la muerte entre ellos. Es decir, los actuales financistas podrían morir bajo el peso de su irremediable codicia, pero inmediatamente serían reemplazados por otros, tal vez nosotros mismos. En resumen, el capitalismo es incurable y apenas podemos elegir su modalidad: capitalismo plural-liberal (el que padecemos) o capitalismo monista-centralizado (Cuba, Corea del Norte, pero estos remedios, sin duda, son peores que la enfermedad).
¿Hay alguna alternativa a estos dos infiernos? Podría ser, pero es costosa y consiste en ruralizarse y volver a la familia autosustentable que vive de su propia chacra. Parece idílico pero no lo es tanto: debiésemos aceptar reducir nuestra expectativa de vida desde 70 a 40 años (si no hay mercado de capitales, no hay industria farmaceútica, luego, no hay antibióticos que nos salven de la tuberculosis). Además, para que cada familia tenga su granjita, debiésemos reducir el número de habitantes del planeta desde los 6.000 millones actuales a unos 1.000 millones, es decir, uno de cada seis se va cortado, cada familia tendría su finado. ¿Quien se ofrece como voluntario para llevar a cabo el experimento? ¿No les apetece el pijama de madera? Prefiero mi aporreada tarjeta de crédito.

martes, 28 de abril de 2009

Pakistán


Y pese a que los filo-talibanes han llegado a 100 kilómetros de Islamabad, nadie parece preocuparse demasiado... Con el detalle, no muy reconfortante, de que Pakistán cuenta con arsenal nuclear. ¿Qué haría un islamista educado en el rigor de la sharia con una bomba atómica? ¿No sería tentador freir a los infieles? ¿Cómo ayuda Estados Unidos al régimen de Pakistán sin debilitarlo? Las armas nucleares están mostrando lo incómodas que son: ya aceptamos que las tenga Washington, Rusia, China, Reino Unido, Francia, India, Israel, ¿Pero qué haremos si el Talibán consigue un artefacto nuclear? El tema es difícil, una vez que Prometeo consigue el fuego es difícil devolverlo. Lo mismo ocurre con la bomba atómica. Habría que hacer un movimiento ciudadano mundial, "nadie paga un dólar en impuestos mientras existan armas nucleares". Sí, soy un iluso.

lunes, 27 de abril de 2009

Colgar de un Hilo


El sentimiento de apocalipsis que fluye en los días que corren es demasiado tangible para ignorarlo. Con todo, uno se pregunta ¿será para tanto? ¿no es acaso normal que la humanidad penda de un hilo? La duda en cuestión, claro, funciona como un sucedáneo de la esperanza, pero debemos reconocer que si antes no existió este sentimiento de acabo de mundo era porque, en parte, no existían los ríos de información que existen hoy. Día a día seguimos los malabares para evitar la quiebra de General Motors, mientras que podemos llevar una cuenta en tiempo real de los empleos que se pierden cada hora. Sospecho que antes la vida tenía algo más de aire, pues los males solían caer sin tanto aviso sobre los pobres mortales. Hoy, en cambio, los chilenos llevamos casi 18 meses viendo cómo se contrae la economía estadounidense, mientras nos preguntamos cuánto se demorará en caer la guillotina sobre nuestros tiernos cuellos.

Lo mismo ocurre con la gripe porcina, todos parapetados esperando que el primer caso brote en Santiago. Por mientras, los hinchas de las teorías conspirativas se dan aires de estar al tanto echando a correr el rumor de que son virus producidos por los laboratorios que ya tienen el remedio para la enfermedad en cuestión. Sospecho que no existe la organización lo suficientemente inteligente como para hacer eso.

Es en estos ambientes donde sufrimos la tentación de cerrarnos al mundo. Ser un país autárquico, protegido de los feroces peligros que andan sueltos por el mundo. Esta tentación afecta tanto a conservadores como a progresistas. Los primeros quisieran ver caer tanta "cochinada" que aparece en internet o en televisión; mientras los segundos, sueñan con verse aislados de la volatilidad de los mercados mundiales. En fin, a la postre, ambas posturas suelen equivocarse medio a medio, pues apenas nos cerramos al mundo es inevitable enfrentarnos a nuestros propios demonios interiores. En los países autosuficientes abundan los censores, los portadores de la verdad última, los dueños de estancos conseguidos mañosamente gracias al amiguismo con la dirigencia estatal (ojo que nuestro querido Portales profitaba del monopolio del comercio del tabaco y los naipes gracias a una paleteada de la administración pública). En fin, la colusión de las farmacias podría ser un juego de niños al lado de un Chile libre de toda "infuencia o influenza extranjera". Entonces, viva la gripe porcina...

viernes, 24 de abril de 2009

No Olviden a Armenia

Niño armenio
Ya casi se cumplen 100 años del holocausto armenio. En 1915 Turquía inauguró el concepto de "limpieza étnica" y asesino a un millón y medio de armenios -todos ciudadanos turcos- por el sólo hecho de ser de otro pueblo y de otra religión (cristianos en lugar de musulmanes como los turcos). Se dictó así el precedente para que 25 años después Hitler iniciara su propio crimen en masa sobre el indefenso pueblo judío, gitano y polaco. Es por esto que nunca debemos olvidar a armenia, ya que fue ahí donde se traspasaron todos los límites, de hecho, el primer rudimento de cámara de gas fue estrenado por Turquía. Es indispensable que nuestro país, Chile, reconozca la existencia de este acto de barbarie extrema. Fuera de nosotros, claro está, la Turquía moderna debe hacer un mea culpa y, más importante aún, Israel debe reconocer el dolor del pueblo armenio. Cabe anotar que Israel, por su condición de aliado de Turquía, todavía no reconoce el holocausto armenio. De esta forma, el gobierno de Tel Aviv insulta la memoria de los judíos que murieron en los campos de concentración nazi. Cuando los generales alemanes le hacían ver a Hitler lo desmesurado de su intención de acabar con los judíos, el dictador respondía: "No soy el primero, miren lo que hizo Turquía con los armenios en 1915". Que Dios los perdone.

jueves, 23 de abril de 2009

El Mal

Si hay algo que se niega a ser develado por el espíritu ilustrado es el misterio del mal. Muchas veces la modernidad ha optado simplemente por negar su existencia, argumentando que es la manifestación de injusticias sociales las que, una vez resueltas, harían que el mal se esfume. Pero la verdad es que el mal está ahí, es gratuito, vigoroso y va mucho más allá de lo que a priori estimaríamos como soportable. Hay una poética del mal. Esta lo puede llevar a extremos insólitos como los campos de concentración, el tráfico de niños y otras aberraciones difíciles de imaginar. Muchos toman estos horrores como la prueba tangible de la inexistencia de Dios. Este argumento parece convincente, pero la verdad es que tiene una debilidad enorme: si Dios no existe y todo lo que hay es mero universo natural, entonces ¿cómo explicamos este mal de rango metafísico? Cómo explicar a los monstruos de la historia, a los organizadores de los asesinatos en masa, si en el mundo animal no existen precedentes de voluntades tan malignas. El hombre, lo dijeron los escolásticos, es una bestia metafísica, inexplicable -hasta donde sabemos- por criterios estrictamente científicos. Entonces, vaya paradoja, resulta que es posible que la vigencia del mal sea la prueba más contundente de la existencia de Dios. Que Dios permita todo lo que ha permitido hasta ahora podría explicarse como la única vía para que la libertad humana sea real y no una suerte de jardín infantil con paredes acolchadas y rejas en las ventanas para que los niños no sufran accidentes. ¿Dios sería entonces un padre liberal, que deja que sus hijos se equivoquen?

martes, 21 de abril de 2009

Somalía

Y en la Universidad, cuando nos hablaban de Hobbes, nos decían: "no deben creer en esto del Estado de Naturaleza, en realidad, nunca existió algo así, siempre hubo cierta forma de estado que controló la guerra de todos contra todos". Después de oír las reconfortantes palabras del profesor, no faltaban quienes volvían a respirar aliviados. Hoy, cuando leemos sobre Somalía, nos damos cuenta que dicha observación no era más que perorata para tranquilizar y que, por desgracia, el Estado de Naturaleza era más que una hipótesis de trabajo para construir una doctrina política. El caos sanginario que asola al país africano hace que muchos miren con buenos ojos el autoritarismo de un régimen islámico, de hecho, los únicos momentos de relativa paz -seis meses para ser más exactos- desde 1991 hasta el día de hoy, fueron los seis meses que duró un ensayo de poder central inspirado en la sharia o ley islámica. En difinitiva, por más que nos duela, es imposible deshacernos del pensamiento conservador, cuando queremos dejarnos llevar por una alegre anarquía, siempre asoma el fantasma de la violencia. El Leviatán siempre llegará a cobrarnos los excesos de la fiesta.

lunes, 20 de abril de 2009

Veterinarios Todos

Y el pobre individuo se encuentra arrojado en este lugar que algunos llaman mundo y con fe de carbonero exclama: ¡soy chileno! o ¡soy ateo! o ¡soy judío! o ¡soy de izquierda!, en fin, soy "católico", por decir algo. Aspiramos a ser como animales de raza que pertenecen por entero a una identidad. Nos gustaría, por ser, contestar con naturalidad a la pregunta: ¿y qué es usted? soy un boxer, fíjese o un salchicha, a mucha honra. Bueno, para qué ahondar, pero ya todos debiésemos saber, mayorcitos estamos, que la identidad individual es una ilusión alcanzada tras sudores y sangramientos importantes. Después de años de vida y algo de sabiduría descubrimos que nuestra identidad es una mezcolanza sin nombre y que, a la postre, somos una "confederación de almas" como diría Pessoa. Para qué hacerse falsas expectativas: dentro de la reina hay muchos plebeyos y dentros de estos, no faltan los monarcas, sino pregúntenle al Mapu.

viernes, 17 de abril de 2009

Animal Delirante

En ciertas ocasiones asalta la duda: ¿y si el hombre fuera apenas un animal dotado de una memoria excesiva que lo hace mirar el pasado y sospechar el futuro? Un animal rodeado de visiones intemporales, alterado por ellas, incapaz de vivir el presente...