martes, 26 de mayo de 2009

Me confieso pecador


Sí, confieso que no soy ferviente partidario de demoler el sistema binominal. De retocarlo, sí, pero no movería un dedo para volver al sistema proporcional. No es que sea cavernario, pero luego de seguir el conflicto del Cercano Oriente y su correlato en la política israelí, llegué al convencimiento de que lo mejor era quedarse dentro del campo de los sistemas mayoritarios. Se me tildará de conservador, pero la verdad es que en estas épocas de agitación tenemos sólo dos salvavidas: Estado fuerte y sociedad aglutinada en torno a certezas básicas. Si observamos las coaliciones que se suceden en el gobierno de Tel Aviv, veremos que ninguna, ya sea laborista o de derecha, tiene la fuerza ni la decisión como para llevar a término un plan racional de paz. Una de las razones -fuera de la fuerte inmigración de judíos rusos de derecha- de este fenómeno es el magnífico sistema proporcional del que goza Israel. Es perfecto para representar a las minorías relevantes (el límite es del 2%), pero a la hora de conformar gobierno, la fuerza triunfante tiene que prometerle a cada grupo ultrista que no cederá un milímetro cuadrado de los territorios ilegalmente ocupados en 1967. Esta es una dinámica perversa que, por un lado, nutre a los pequeños movimientos políticos, pero por otro va minando la sobrevivencia misma del Estado Judío que, así como van las cosas, se convertirá en un territorio sobrepasado por enemigos internos y externos.

Es por eso que en nuestro modesto Chile es preferible mantenernos dentro de un sistema mayoritario, para evitar entrar en un régimen de minorías mimadas. Lo sé, el actual sistema que nos rige es una rareza, pues exige que la mayoría doble a la minoría para llevarse la totalidad de los cupos parlamentarios en disputa (2 por distrito o circunscripción). Este, no cabe duda, fue parte de la estrategia de pacotilla ideada por el régimen de Pinochet para asegurar un empate perpetuo, el cual, sólo sería destrabado por los senadores designados. Hoy no tenemos designados (a Dios gracias), pero tenemos un empate tóxico capaz de liquidar en el mediano plazo la habilidad del sistema para lidiar con los problemas sociales. El retoque, entoces, iría por hacer factible las derrotas de las minorías y los triunfos de la mayoría. Así, en lugar de exigir doblar para obtener los dos cupos congresales, bastaría con uniformar el umbral y dejarlo en el cincuenta más uno, igual que en las presidenciales. Esto permitiría expresarse a las mayorías y vivir su luto a las minorías, las cuales, hasta aquí, han gozado del insano subsidio político que les regaló Pinochet. Fuera del dolor que esto podría significar para algunos (en especial para sectores de derecha), las consecuencias de largo plazo serán benéficas: las elites se renovarán, los carcamales se tendrán que someter a una jubilación forzosa y los jóvenes maravilla (Marco incluído) dejarán de ser las atracciones de la fiesta, pues serán un fenómeno habitual. No intentemos reinventar la rueda, la democracia inglesa lleva siglos practicando con éxito el sistema mayoritario, insistir en el proporcional nos hundirá en el vértigo de los microchantajes políticos.

3 comentarios:

  1. Me falta algo eso sí, LA REPRESENTACIÓN porque no todas las minorias son representadas por el binominal, si no las minorías que hicieron lo posible "por asegurarse" el pedazo de la torta.
    mas contrariado que nunca mi estimado Zurdo.

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  2. Pero Mefisto, hay que ir más allá de las apariencias: el sistema proporcional tiende a la parálisis. Es muy recomendable estudiar caso israelí, en el cual el sistema proporcional refuerza hasta la exasperación la postura más reaccionaria imaginable. Las minorías no son valiosas en sí mismas, pueden ser buenas o malas, los esbirros del fascismo empezaron como minorías, el nazismo ídem.

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  3. Pero Zurdo, la realidad Chilensis, lamentablemente entrega como vía de participación efectiva las elecciones,no existe una participación cuidadana activa por lo tanto estamos imbuidos en la realidad binominal, que nos deja en la nebulosa, ahora se podría decir que bajo un sistema de representacion proporcional las minorias podrían adquirir un poder desproporcionado como ocurre en Israel, y se caiga en coaliciones y acuerdos de pasillo,
    en una binominal,la repartija es igual para los pactos no para los partidos, no así los votos que los representan, ahora habría que ver el mal menor...

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